LOS MISIONEROS DEL PAPA FRANCISCO
Laura Daniele
Madrid, Día 20/10/2013
En ABC
El Papa Francisco tiene toda su confianza puesta en
ellos. Quizás porque son los que mejor conocen las fronteras de la fe,
los misioneros están llamados a convertirse en los verdaderos protagonistas
de una Iglesia, cuyo principal reto es ir al encuentro de los que no creen. Esa
ha sido siempre su especialidad y para ello se preparan durante mucho tiempo.
«Un misionero no se improvisa. No es un espontáneo que decide
dejarlo todo para irse a vivir entre los más necesitados. Es una persona que se
ha formado y ha pasado por un largo proceso de discernimiento», explica el
padre Isidoro Sánchez López, director de la ESCUELA DE FORMACIÓN MISIONERA de Madrid, donde cada año estudian
cerca de una veintena de sacerdotes, laicos y religiosos antes de partir a la
misión.
Entre sus alumnos, comienza a verse un fenómeno
singular. Ya no son en su mayoría sacerdotes y religiosas, sino profesionales
y matrimonios jóvenes que sienten una verdadera vocación por transmitir el
Evangelio en los rincones más alejados del planeta.
Junto a Italia y México, España encabeza la lista de países que más «cooperantes del Evangelio» envían a la misión. De nuestro país, salen cada año alrededor de 150 misioneros. Aunque la mayoría siguen siendo religiosas (49,5%) o sacerdotes (36,2%), el número de laicos es cada vez es más representativo, el 7,16% del total. Para el director de las Obras Misionales Pontificias, el padre Anastasio Gil García, «su crecimiento es directamente proporcional a la formación que reciben los laicos y también a la toma de conciencia de su responsabilidad dentro de la Iglesia».
Junto a Italia y México, España encabeza la lista de países que más «cooperantes del Evangelio» envían a la misión. De nuestro país, salen cada año alrededor de 150 misioneros. Aunque la mayoría siguen siendo religiosas (49,5%) o sacerdotes (36,2%), el número de laicos es cada vez es más representativo, el 7,16% del total. Para el director de las Obras Misionales Pontificias, el padre Anastasio Gil García, «su crecimiento es directamente proporcional a la formación que reciben los laicos y también a la toma de conciencia de su responsabilidad dentro de la Iglesia».